La marcha del Basta: Alberto Rodríguez Saa y las luces de Chapadmalal

Opinión 01/08/2023 Juan José Laborda Ibarra
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Adolfo Rodríguez Saá en la marcha del Basta

I.- La temeridad de Alberto en el 2001: 
“Algunos gobernantes esconden detrás de sus actos temerarios, una enorme cobardía cívica…”
                     

Dos reconocidos periodistas argentinos de investigación, como son Miguel Bonasso ("El Palacio y la calle - Crónicas de insurgentes y conspiradores" - Editorial Planeta - 2002) y Ceferino Reato ("Doce noches - 2001: El fracaso de la Alianza. El Golpe Peronista - El Origen del Kirchnerismo" - Editorial Sudamericana - BsAs - 2015), relatan en sus libros la sorprendente vertiginosidad y desmesura que tuvo en los siete días (y siete noches) la presidencia de Adolfo Rodríguez Saa. Igual opinión tienen los amigos y funcionarios puntanos que, como testigos privilegiados de los hechos, ocuparon niveles de responsabilidad en ese efímero gobierno.

Tras la caída del Presidente Fernando de la Rúa en diciembre de 2001, los gobernadores peronistas de entonces, reunidos en la Villa de Merlo de San Luis, debieron enfrentar como principal partido opositor la sucesión de un gobierno que se les caía encima como consecuencia de una crisis política y económica verdaderamente inédita. Según la ley de acefalia de entonces debían designar de entre ellos un Presidente reemplazante. Junto a esto, la violencia social y policial ya se enseñoreaba por las calles de las principales ciudades del país.

Tras varios conciliábulos y consultas a dirigentes nacionales del PJ, los gobernadores peronistas ofrecieron la presidencia de la Nación al puntano Adolfo Rodríguez Saa. Como dato curioso, el mandato ofrecido tenía una particularidad: una cuota de poder muy restringida: debía asumir y convocar inmediatamente a elecciones presidenciales en un plazo no mayor de noventa días corridos: en los primeros días de marzo de 2002.- Otros gobernadores habían rechazado ese mismo ofrecimiento por considerarlo una caricatura de poder.

“Noventa días, noventa horas, noventa minutos...” dicen que dijo Adolfo ante el ofrecimiento que le hicieron sus pares, según cuenta en base a testigos directos de la reunión Ceferino Reato en su libro citado.-
                   

A pesar de ello, Adolfo Rodríguez Saa aceptó la propuesta y fue designado Presidente el domingo 23 de diciembre por la Asamblea Legislativa.      

En ese momento, las imágenes televisivas mostraban su emoción y su sonrisa gardeliana... Los jefes provinciales que lo habían designado veían en él a alguien con experiencia de gestión que podría sacar al país del “ojo de la tormenta y llevar el barco a buen puerto...” Adolfo había llegado a ese “lugar” –según él- por mérito propio. Sentía que había llegado a cumplir el sueño de todo político argentino. El máximo cargo institucional del país. La Presidencia de la Argentina. 

                   

Ahora había que gobernar. Ese mismo día comenzó a reunirse con políticos y economistas para elaborar un urgente plan de gobierno y enfrentar los graves problemas que padecía el país. 
                 

Sin embargo, su hermano Alberto Rodríguez Saa –verdadero jefe y monje negro de esa “hermandad”- tenía otros planes. Distintos y opuestos a los de su hermano presidente. 
               

Mientras Adolfo pensaba en como gobernar, Alberto solo pensaba en como perpetuarse en el poder. Solo en eso. Como hizo toda su vida. 
                   

En un ejercicio de suprema temeridad -y no consiente de la naturaleza autodestructiva de lo que estaba planificando- Alberto decidió que había que quedarse en el poder hasta diciembre de 2003. Hasta la finalización del mandato constitucional de De la Rúa, como primera etapa. Que no habría elecciones en marzo de 2002, ignorando de esa manera el acuerdo pactado. 
                 

Los gobernadores peronistas, al enterarse y verse así engañados, encabezados por Eduardo Duhalde, José Manuel de la Sota y en cierta medida por Néstor Kirchner, le hicieron llegar su rechazo y gran descontento. 
               

Mientras tanto Alberto decidió continuar moviendo sus piezas. Cito para el día siguiente en la Residencia Presidencial de Chapadmalal a los gobernadores para tratar un solo tema: su “maravilloso” Plan de Gobierno (hasta el 2003).
                   

Frente a esa nueva jugada, los gobernadores le respondieron. A  modo de advertencia, primero le mostraron los dientes. Para después, redoblarle la apuesta: ese mismo día le hicieron renunciar todo los ministros que le respondían, y a continuación le “apagaron las luces de Chapadmalal”, demostrándole así que no estaba lidiando con amateurs de la política.
                   

Alberto, tuvo ahora que enfrentarse con la verdadera magnitud de sus adversarios y temeroso de las consecuencias para su persona huyó rápida y directamente desde Chapadmalal hacia San Luis. En vuelo directo. Sin escalas. Su temeridad ante los gobernadores había sido desenmascarada como una verdadera perfidia, y su reacción como una gran cobardía política. Como consecuencia lógica de todo ello su hermano Adolfo debió renunciar también a la tan soñada Presidencia de la Nación. 
                 

Todo sucedió muy vertiginosamente. En apenas siete días y siete noches. No en mil y una.

II.- Su nueva temeridad: El gobierno paralelo: “La historia no se repite, pero rima..” (frase atribuida a Mark Twain)


Alberto Rodríguez Saa, quien aún se auto percibe como  un eximio ajedrecista, parece estar llevando adelante ahora un nuevo plan temerario, un nuevo movimiento de piezas, al continuar negando su reciente derrota electoral e intentar vaciar las cuentas públicas al futuro gobierno de Claudio Poggi
               

 ¿Realmente cree que este gobierno paralelo encontrará en Poggi y en la opinión pública de San Luis un comportamiento diferente al que tuvieron con él los gobernadores peronistas de 2001?
                 

Es un grave error si realmente piensa así. 
                 

La marcha popular de ayer a la tarde y las palabras del gobernador electo Claudio Poggi indican que no se le tolerara esta nueva aventura. Alberto Rodríguez Saa tiene que saber que desde ahora deberá enfrentarse  con un nuevo freno a su irresponsable temeraria. 
                 

Que se le aproxima muy pronto otro “apagón y huida”, como aquella del 2001 en Chapadmalal. 

Como el cuento infantil del “Rey desnudo”: el actual gobernador no es ningún temerario, solo está vestido de su cobardía cívica. El pueblo de San Luis como el niño de la fábula, se lo señaló ayer.

 Juan José Laborda Ibarra

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