Vieja receta de patéticos abusadores de la pobreza

Estamos a las puertas de una elección histórica en San Luis, dando los primeros pasos del año 2023, en el que se decidirá el futuro de nuestro país, provincia y ciudad.

Opinión 07/01/2023 Eduardo Gastón Mones Ruiz

Eduardo G. Mones Ruiz Es, sin duda, un tiempo muy especial. Nos encontramos en un cruce de caminos y tenemos que elegir cuál recorreremos. No es una decisión simple, en ella empeñamos el futuro.


¿Por qué digo esto? En el presente debemos resolver qué camino tomaremos. De acuerdo a lo que decidamos, será el porvenir que leguemos a las futuras generaciones. Pero ese objetivo en forma de desafío solo puede ser alcanzado a partir de una construcción colectiva. Sin mesianismos. Es la única manera de hacerlo.


¿Qué ponemos en juego y en riesgo?: -¡El futuro!


¿Estamos en condiciones de lograrlo?: –SÍ, sin duda. Para hacerlo es ineludible tener en cuenta los últimos 40 años vividos. En ese lapso, muchos de nuestros afectos partieron. Numerosos no pudieron realizarse. Varios traicionaron sus propias convicciones. Otros accedieron a aceptar y hasta creer participar en algo distinto, nuevo, pero, en rigor, tan viejo y repetido como la historia.


¿Qué es necesario hacer?
En primer lugar, entender que todos somos necesarios pero ninguno imprescindible o irremplazable. De ellos están llenos los cementerios.


En segundo lugar, comprender que estamos en una situación límite, en la que no podemos permanecer porque sucumbiríamos. No podemos continuar en esta situación porque de nosotros, de cada uno de nosotros, depende aspirar a una sociedad distinta. Donde la comunidad, la familia y hasta nuestra propia vida se encaucen en libertad hacia su propia realización, rompiendo las cadenas de la dependencia que nos propone -una vez más- un Estado totalitario y hegemónico que todo lo decide y ejecuta en función de la preservación del poder que lo obsesiona. Y los negocios que de ello se derivan.

La consabida cooptación de voluntades a través de la entrega de dádivas, subsidios, créditos, cargos.


Por último, asumir que este presente no es absoluto ni irrevocable, sino que se puede superar con la participación de todos. A lo que nos pasa, “lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie”.
Entendido este concepto, repasemos qué nos proponen aquellos que pugnan por la continuidad y el manejo omnímodo del poder. Nada nuevo: repiten una vieja receta. Con otros títulos y pergaminos, quizás con distintos actores pero de la misma compañía. No obstante es una obra que ya conocemos: el más pueril y vomitivo asistencialismo en tiempos electorales.


La consabida cooptación de voluntades a través de la entrega de dádivas, subsidios, créditos, cargos. Maquillados bajo el disfraz del apoyo a los emprendedores, comerciantes, artesanos o dueños de oficios. Después de años y años donde la única alternativa a la miseria fue –hasta hoy- el Plan de Inclusión Social, que elevó la pobreza en San Luis a más de 48%. Donde dejó de construirse viviendas y se deterioró la salud, la educación y la seguridad, en favor de las obras fastuosas y rimbombantes y millones destinados al circo y al carnaval.

Ahora, justo ahora, el gobernador de San Luis intenta “reinventarse” y presentarse como el “cumplidor de los sueños” destinado satisfacer las demandas de una sociedad escéptica y resignada. Un monumento al cinismo.
La realidad es que es el mismo de siempre, reciclado para la ocasión. Temeroso de perder ese poder que considera parte del patrimonio familiar; botín de una herencia que incluso lo distanció, aunque no tanto, de su propio hermano.


La etapa que se viene nos interpela como sociedad. Como personas. Pone a prueba la dignidad que no a todos pudo robar. Las reales convicciones de una sociedad dispuesta a resistir la seducción que significan los nuevos espejitos de colores con que la intentan comprar.


No se trata, tampoco, de rechazar aquello que se necesita. O de no aspirar a que un proyecto reciba su financiamiento. De ninguna manera. Porque no es del bolsillo de ningún funcionario de donde salen los recursos, sino del propio Estado, del cual TODOS somos parte.


Lo que digo y reflexiono, es que no sea ése el precio de cada uno; la tasación que condicione sus actos. Que la recepción de un bien o dinero no atenace su conciencia y lo lleve a votar, culposamente, por el supuesto dador de felicidad. Tomar conciencia que se los manipula. Que los mismos responsables de lo que nos pasa, del lugar en el que estamos, difícilmente puedan encarnar la solución.


Por más que sobreactúen en favor, supuestamente, del conjunto social, todos sabemos que en la intimidad están enajenados por el poder que han ejercido durante 40 años. Su comportamiento lo denota: se sienten reyes, cabeza de una aristocracia arrogante desde la que se dictan instrucciones a un pueblo al que perciben hambriento y necesitado.


Quienes soñamos, en serio, con una sociedad mejor, debemos actuar sin resentimientos, pero con firmeza. Reconocer, continuar y perfeccionar lo que está bien. Corregir lo que está mal. Y avanzar decididamente en hacer lo que no se hizo. No para denostar sino para realizar.


¡El momento es Ahora!, entre todos podemos. No dejemos que nos venza el desánimo y la incomprensión. ¡Vamos juntos a luchar por el futuro! Que es el futuro de todos los que nos sobrevendrán: hijos, nietos, bisnietos y las nuevas generaciones, a los que estamos obligados a dejarles algo mejor.


¡Busquemos, en conjunto, el bien de todos! Con un proyecto compartido a largo plazo, que responda seriamente a las más sentidas demandas ciudadanas. Cuyo contrato social se respete desde la credibilidad de la propuesta y el compromiso de sus dirigentes. No, a partir de las finalidades inconfesables que nos proponen estos simples abusadores de la pobreza que fomentaron y a la que juran querer combatir.
 

Fdo: Escribano Eduardo Gastón Mones Ruiz 

Diputado Provincial (MC)

Ex intendente de Villa Mercedes

Casa del Encuentro.

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